PALABPALABRAS JEME CÉDULAS
NOMBRAMIENTO COMO EMBAJADOR DE LA MARCA EJÉRCITO
PALABRAS DEL JEME EN EL ACTO DE ENTREGA DE LA CÉDULA
Señoras y señores.
En primer lugar, gracias a todos ustedes por haber acudido a
este Salón de
Embajadores del Palacio de Buenavista, sede del Cuartel General del Ejército, para tomar
parte en la entrega de los distintivos que acreditan a don Matías Prats Luque y
don Salvador Amaya Sánchez como Embajadores de Marca Ejército. Su presencia, además
de dar una mayor relevancia a esta emotiva ceremonia, es prueba de la importancia
que ustedes otorgan a la condición de los nuevos Embajadores. Hoy
rendimos homenaje y
damos la bienvenida
a dos personalidades cuya
trayectoria, en ámbitos bien distintos, converge en un mismo punto: la
excelencia profesional y el compromiso con los valores. Ambos se incorporan hoy
a la familia de Embajadores de Marca Ejército, y lo hacen con el aval de una
vida dedicada al esfuerzo, al rigor y al compromiso.
Don Salvador Amaya
es escultor y a
la vez cronista
de nuestra historia. Nacido
en Madrid en
1970, hijo del reconocido escultor Marino Amaya, creció
inmerso en un ambiente artístico que moldeó
su vocación desde
temprana edad. Aunque
inicialmente aspiraba a una
carrera militar, las
circunstancias lo llevaron a canalizar
su pasión por
la historia y
la milicia a
través del arte, convirtiéndose en un referente cuya
obra ha revitalizado la escultura histórica en España.
Cabe destacar que cada una de sus obras es el resultado de una
concienzuda investigación y una profunda conexión emocionalcon el personaje o
evento representado. Como él mismo ha dicho, no se trata solo de reproducir
figuras, sino de capturar el espíritu y la esencia de los protagonistas de la
historia. Y es merced a ese trabajo detallista y meticuloso que permite que la
creación artística transmita emociones y valores, con lo que la escultura
tradicional puede hacer frente a los nuevos desafíos de la era digital, como la
proliferación de tecnologías o la impresión 3D que facilita la
producción de figuras tridimensionales.
Su obra destaca por su fuerza expresiva, su profundo respeto
hacia las figuras que representa y su fidelidad a la escuela clásica, siendo sus
referentes desde los
maestros renacentistas italianos hasta nuestros
clásicos como Benlliure,
Marinas o Querol.
Sin embargo, su mayor influencia fue su padre, de quien aprendió no sólo
las técnicas del oficio, sino también valores como el amor y el respeto por la
escultura.
Son numerosos los ejemplos de su enfoque, como el imponente monumento al almirante don Blas de Lezo, erigido frente al Museo Naval, el monumento dedicado a los Héroes de Baler en la plaza del conde del Valle de Suchil (rayana a Alberto Aguilera), y la escultura conmemorativa del centenario de la Legión Española frente al Estado Mayor de la Defensa. Otras obras suyas, como las dedicadas al general Bernardo de Gálvez, a la reina Isabel la Católica, a don Ramón María del Valle-Inclán o a Miguel de Cervantes, reflejan ese mismo impulso por preservar, dignificar y transmitir nuestro legado histórico.
Con la clara convicción de que el arte escultórico tiene el poder
de conectar el pasado con el presente, de rendir homenaje a los héroes
olvidados y de inspirar a las generaciones futuras, sus obras son un testimonio
tangible de la historia y un recordatorio de que, como él mismo afirma,
"sin historia no hay futuro; seríamos una sociedad con pies de barro
abocada a desaparecer". Es por eso que sus esculturas no son simples figuras:
son lecciones de historia, personalidades que encarnaron los valores de nuestra
Patria y símbolos que invitan a la reflexión y a la memoria.
La relación de don Salvador con nuestras Fuerzas Armadas ha sido constante. Ha trabajado de la mano con el Ejército de Tierra, con la Armada y con distintas instituciones y fundaciones vinculadas a la defensa. Sus obras presiden espacios de honor, museos militares y plazas públicas. Ha logrado, a través del arte, mantener vivo el hilo que une el pasado con el presente y la gesta con el servicio actual. Su compromiso con la cultura de defensa es firme, continuado y generoso, poniendo su talento al servicio de la nación con humildad, pasión, excelencia y, sobre todo, con gran generosidad. Además de una reproducción en menor tamaño de la escultura dedicada a los héroes de Baler que adorna el Salón de Ayudantes, nuestro Salón Goya está presidido por un busto de Su Majestad el Rey don Felipe VI en uniforme militar, donado altruistamente por Salvador para el Palacio de Buenavista.
Embajadores, ya habéis recibido reconocimientos previos por parte
de nuestro Ejército: Matías, soldado honorífico del Regimiento de Transmisiones
nº 22, en 2014; Salvador, cruz del mérito militar con distintivo
blanco, en 2020. Por
ello, os pido que no veáis en vuestro nombramiento un reconocimiento,
sino un compromiso. No habéis obtenido un privilegio, habéis aceptado un
servicio. Siendo embajadores de Marca Ejército, os habéis comprometido a “ser
un vínculo entre el Ejército y la sociedad de la que forma parte y a la que
sirve”.
Ese compromiso se manifiesta en dos funciones. La primera, en
transmitir nuestros valores y, en su caso, nuestro buen hacer al resto de
la sociedad fortaleciendo su
vínculo con la
defensa de España. La segunda, ayudarnos, con vuestro ejemplo, a
ser mejores ciudadanos y mejores militares, a que “El Ejército: la Fuerza de los Valores”, además
de ser un lema, sea también una vibrante realidad.
Vuestro nombramiento es un reconocimiento de que atesoráis de forma excelente esos valores, pero sobre todo de la confianza que ejerceréis las responsabilidades de Embajador de Marca Ejército con el mismo compromiso que ha caracterizado toda vuestra carrera. En nombre del Ejército de Tierra, os doy la más cálida bienvenida a esta responsabilidad y os agradezco que hayáis aceptado ser parte activa de nuestro proyecto.ME CÉDULS
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