El arte es la materialización de un delirio

El arte es la materialización de un delirio

martes, 16 de febrero de 2021

Entrevista completa para la Revista Tierra

 


Está en proceso de realizar una obra conmemorativa del centenario de la Legión, ¿Qué significa representar a una unidad tan valorada por la sociedad

 

Ante todo una responsabilidad, pero también es cierto que el motivo permite disfrutar. Tener la oportunidad de imbuirme en el espíritu legionario para poder sacar, desde dentro de mi ser, todas las emociones positivas que me provoca ese espíritu de sacrificio, de compañerismo y de nobleza que les caracteriza

 

 ¿Cuándo nace su pasión por la escultura?

 

No recuerdo un momento concreto. Supongo        que al haber nacido en un ambiente artístico, he visto como algo normal un estilo de vida dedicado a la plástica y a la belleza. En realidad, yo quería haber sido militar, pero circunstancias familiares lo impidieron, así que cuando llegó el momento de trabajar para ganarme la vida, la escultura surgió como algo natural, conocía perfectamente el oficio y tenía aptitudes para ejercerlo

 

¿Cuál fue la primera escultura que realizó?

 

Mi madre aún guarda un nacimiento en arcilla que hice siendo muy pequeño, y creo que también hice una cabeza en jabón que no sabemos qué fue de ella. Siendo adulto, copié algunas esculturas de mi padre y el resultado hizo que le perdiera el miedo a modelar. Creo recordar que la primera obra, de cierta envergadura, fue un San Francisco de Asís para un particular. Era una obra con un cierto grado de esquematización pero con un gran misticismo

 

¿Quién le sirvió de inspiración en aquellos inicios?

 

Mi padre sin duda. Solo de verle aprendí el oficio, y que antes que maestro, toca ser aprendiz. Cuando emprendí mi camino tuve la fortuna de cruzarme con Juan de Ávalos, y si bien yo ya conocía todos los secretos de la escultura, sí que me enseñó a amarla, a tratarla y a ilusionarme con ella

 

 ¿Qué se siente durante todo el proceso de creación de una figura?

 

Cuando te enfrentas a una nueva obra no sabes cual será el resultado, ya que éste depende muchos factores. Al principio la abordas con ilusión, cada nuevo proyecto te aporta la emoción de nuevos retos. Una vez que empiezo a montar la estructura  y a poner las primeras pellas de barro es una labor más mecánica. Muy estresante, porque cualquier fallo en los primeros balbuceos de la obra, puede suponer un problema a posteriori, pero esta parte tiene más de trabajo técnico que creativo. El momento que vivo con más intensidad emocional es cuando la figura ya está montada y puedo dedicar tiempo a darle vida en la mirada o a deleitarme con los detalles

 

 Tiene obras en muchos lugares, incluso en Estados Unidos…

 

Es complicado proyectar tu obra fuera sin apoyo institucional o sin todo el conglomerado que conforma el mundillo del arte en España. La escultura que yo realizo tiene carácter monumental por lo que queda excluida del ámbito de ferias y galerías. Por otra parte, mi estilo clásico y naturalista no entra dentro de los cánones actuales, así que me considero fuera de los circuitos artísticos convencionales. Además de EEUU, tengo obra en México, Gran Bretaña y Suiza, pero son particulares quienes muestra interés por mi obra. A nivel monumental, sólo he trabajado en España, cosa que me encanta porque hay muchísimo por hacer; multitud de homenajes, loas y gestas que necesitan ser puestas en valor.

 

¿Qué se siente al pasear al lado de una escultura hecha por ti?

Es un orgullo, la verdad. Suelo tomar distancia, sentarme en algún banco cercano y observar cómo reacciona la gente que pasa. Algunos no se fijan, a otros les ves mirar mientras caminan hacia su destino. A los que descubren la estatua por primera vez y a los turistas, los identifico porque rápidamente sacan la cámara para fotografiarla. Y los observadores más avezados se hacen notar cuando se sientan a mi lado y me preguntan si soy yo el autor de la obra. Entonces me dejo llevar por la pasión de mi profesión y me explayo contando anécdotas y detalles. No deja de sorprenderme que haya personas que se preocupen por conocer todo lo referente a los monumentos de su ciudad

 

¿En qué medida queda expresado el sentimiento del autor en la obra?

 

En el caso de otros escultores, no lo sé, pero yo voy dejando un trocito de mi alma en cada una de mis obras. Ellas (las esculturas) y yo conocemos secretos que han surgido durante el proceso que nadie más conoce. Ellas saben lo que me pasa por la cabeza cuando estoy trabajando o lo que siento cuando añado cada pella de barro. Inconscientemente termino dotándolas de vida para poder realizarlas y esa impronta les aporta cierta personalidad que en cierta forma queda plasmada en el resultado final

 

¿Quiénes son sus referentes?

 

Cualquiera que domine el oficio y lo haya elevado hasta la eternidad. Desde los clásicos Praxíteles, Lisipo y Escopas, hasta el renacentista Miguel Ángel o el barroco Bernini. Básicamente cualquier escultor cuya obra que haya trascendido desde los albores de la civilización hasta las vanguardias. No me identifico con las corrientes artísticas de las últimas décadas y prefiero recuperar el noble arte de la escultura bebiendo de las fuentes originales

 

 Toda esta trayectoria le habrá dejado muchas anécdotas, ¿Con cuál se quedaría?

 

Es muy complicado quedarme con una sólo. Cada obra tiene su propia historia y su propia circunstancia. Podría contar la cantidad de horas que pasé vestido con traje de luces modelando el monumento al torero Julio Robles porque no tenía modelo que me posara o la incertidumbre que tuve mientras modelaba el monumento al Peregrino y al abordar la cabeza, surgió un rostro crístico sin planificarlo. En otra ocasiones, las anécdotas vienen más relacionadas con el cliente como cuando me pidieron que la escultura femenina en la que estaba trabajando llevara el peinado que Penélope Cruz lució en los Oscar o cuando me hicieron cambiar el rostro de una escultura porque era demasiado guapo. Todas las esculturas tienen una historia detrás y todas ellas las he vivido de forma única y especial

 

¿Cuáles son los principales trabajos que ha realizado?

 

No sabría si catalogarlos por la preeminencia de la ubicación, por la envergadura material o por la importancia del personaje o del motivo representado, pero si me atengo a la repercusión, creo que Blas de Lezo, Isabel la Católica y el General Menacho son los monumentos principales

 

¿Alguno al que guarde un cariño especial?

 

Quizá un Cristo de Medinacelli que realicé para una tumba y me proporcionó la paz espiritual que necesitaba en un momento difícil de mi vida, pero todas mis esculturas terminan siendo como hijos y no quiero que ninguna se ponga celosa ;)

 

¿Qué dificultades tiene un oficio como este?

 

Es un trabajo que además de entrega intelectual, requiere de esfuerzo físico. Mover centenares de kilos de barro termina por machacarte el cuerpo. Eso sin contar los hierros de las estructuras que soportan el barro o la escayola para hacer los moldes. Sin embargo, creo que la mayor dificultad hoy en día es competir con las nuevas tecnologías. Gracias a ellas, hemos visto cómo en las últimas décadas el intrusismo laboral ha copado el sector. Apenas quedan ya escultores porque los escanéres e impresoras 3D ofrecen resultados muy atractivos para el cliente. Al final, estamos viviendo tiempos confusos en los que el cliente apenas tiene formación para distinguir entre el arte de la escultura y la mecanización de las tres dimensiones. Hacer ver al público que no todas las piezas con volumen  son arte es muy difícil, y más cuando todo el conglomerado que pulula alrededor el mundo del arte sigue la misma corriente porque les reporta grandes beneficios sin invertir apenas tiempo y dinero

 

¿Cree que actualmente el arte está valorado y reconocido?

 

No en España. Aquí podemos emplear el tópico de que para que un artista triunfe en España, primero tiene que triunfar fuera. Luego ya da igual lo que haga, pero parece que si viene de fuera, es mejor. Parte de la culpa la tienen los programas educativos, ya que no prestan atención alguna a la formación artística, otra parte la tienen las instituciones que no comprenden el valor de las bellas artes en el desarrollo de las identidades de los pueblos, y por último, también los ciudadanos somos responsables de lo que consumen nuestros cerebros y nuestros sentidos

 

Esa obra que no ha realizado y que le gustaría poder hacer?

 

Un monumento a Churruca. Considero necesario que se ponga en valor a la mejor generación de marinos que ha dado este país, y que han sido condenados al olvido por participar en una derrota. De hecho, tanto él como Alcalá Galiano murieron sin saber el resultado de la contienda. Murieron dando lo mejor de sí mismos y en circunstancias terriblemente adversas. Por qué no rendir homenaje a quienes sacrificaron su vida por la Patria luchando con valor y muriendo con honor? El argumento que se utiliza sobre que Trafalgar fue una derrota, no me sirve en este caso. No es un monumento a Trafalgar sino a los mejores marinos que hemos tenido, a pesar de todo.

 

Recientemente ha sido condecorado con la Cruz al Mérito Militar con distintivo blanco por sus actividades meritorias relacionadas con la defensa nacional, ¿Qué supone para usted este reconocimiento?

 

Confieso que me sentí muy emocionado. No pude ser militar pero conseguí compaginar mi profesión con el ejército elevando los valores militares a la categoría de arte (o así me gusta pensarlo). Al saber que es una condecoración que también  pueden recibir civiles, me he sentido muy honrado de que me hayan considerado merecedor. Por ello, procuraré estar a la altura y seguiré dando lo mejor de mí para enaltecer la labor del Ejército.

 

 ¿Qué significa para ti el Ejército?

 

Para mí es un sentimiento. Sentimiento de pertenencia, de entrega, de servicio, de compañerismo y de excelencia. Al provenir de familia militar, es algo con lo que he nacido. He crecido viendo el uniforme de mi abuelo o las divisas de mi tío. Para mí, aquello eran símbolos que dignificaban al hombre en cuanto a lo que aportan a la sociedad, porque precisamente cualquier sociedad se basa en la defensa de sus ciudadanos, de sus instituciones y de su soberanía.




Entrevista para la revista LA EMBOSCADURA

 


Salvador Amaya (Madrid, 1970). Hijo del escultor Marino Amaya, desde su infancia vivió y asimiló ese ambiente artístico, aprendiendo con su padre y ayudándole ya desde la adolescencia. Incluso en varias ocasiones trabajaron juntos, como es el caso del Monumento a los Donantes de Sangre en León. Las influencias en su obra son diversas y van desde los grandes clásicos de la escultura, los maestros renacentistas italianos, llegando hasta nuestros clásicos como Benlliure, Marina, Querol... En su larga treintena de obras realizadas públicamente, se destaca el carácter histórico, religioso y patriótico de sus encargos. Obras como el monumento a Blas de Lezo, al general Menacho o la que está realizando en estos momentos a los Últimos de Filipinas son algunas de sus realizaciones más conocidas.


Para empezar, nos gustaría que nos relatara lo determinante que debió resultar la influencia paterna para que Ud. decidiera seguir sus pasos, de qué modo el ambiente familiar realmente llegó a “modelarle” o si por el contrario piensa que su inclinación surgió de un modo natural, hallando ahí el ambiente más propicio para desarrollar su talento.

 Indudablemente, haber nacido en un ambiente artístico facilitó mi acercamiento hacia las bellas artes. Lo que para otra persona hubiera sido una decisión y un proceso lleno de dudas, a mi me fue dado como una forma natural de vida. Debo decir que aunque en mi familia hemos vivido siempre del arte, mi primera vocación no fue la artística, sino la militar. La rama materna estaba vinculada al ejército y desde pequeño me llamaron la atención los uniformes y los valores de la milicia. Finalmente no pude ingresar en la Academia militar, y esa decisión de escoger el camino difícil, el de la bohemia, la creación y la permanente lucha con uno mismo, surgió de forma natural por no resultarme un modo de vida extraño. Lo que agradezco a la vida es haber podido compaginar esas dos grandes pasiones, el arte y el ejército, ayudándome de la capacidad creadora para poner en valor las grandes gestas militares.

 

El hecho de no haber tenido una preparación estrictamente académica, ¿puede haber influido en el resultado actual de su arte, o simplemente fue la manera que mejor se adaptó a su forma de aprender?

 Mi única preparación ha sido la observación, primero con mi padre, después con Juan de Ávalos, y mientras tanto hojeando libros de los grandes maestros. Siempre necesitas alguna base, si no para definir un estilo, si para conocer los procesos necesarios para poder llevar a cabo la escultura de principio a fin. Es decir, lo que antaño se estudiaba en las academias artísticas. Hoy por hoy no tengo claro qué asignaturas se imparten. Las vanguardias, performances y todo lo que hoy tiene valor en los circuitos artísticos no contiene unos procedimientos que puedan aprenderse, así que de alguna manera agradezco haber podido aprender de los clásicos. Dudo que mi evolución artística hubiera sido la misma si me hubiera formado en un ambiente tan contaminado ideológicamente y tan decadente espiritualmente como el que ofrecen las escuelas de arte. Los estudiantes se enfrentan a la confusión, a no saber que se exige de ellos, a vagar por senderos inciertos sin estándares mínimos que definan sus aptitudes. Tal y como yo entiendo el arte, dudo que hubiera evolucionado hasta lo que soy hoy, ni siquiera se me habría permitido.

 

El arte, en todas sus variantes, nos muestra múltiples aspectos del ser humano: todos sus miedos, esperanzas, sueños… y sobre todo su deseo de poder alcanzar lo inalcanzable y controlar lo incontrolable, como la vida eterna, la omnisciencia o el paraíso en la Tierra. ¿Es acaso el arte la manera más sublime de vida? ¿en qué medida cree que habría cambiado su vida si se hubiera dedicado a otra cosa?

 Quizá me equivoque, pero la profesión que elegimos determina en gran medida lo que somos. El arte desde luego condiciona porque es una forma de vivir, y con vivir no me refiero sólo a subsistir, sino a vivir en su significado más pleno. A pesar de que el proceso creativo es muy intimo e introspectivo, el fin de la obra artística es poder ser compartida y mostrada. El artista necesita dar plasticidad a un concepto para crear un vínculo físico que le una al espectador, de otro modo estaríamos moviéndonos en el mundo de las ideas exclusivamente. En mi caso, el arte es una herramienta que me permite crear símbolos de unión, de identidad, de pertenencia; iconos reconocibles que encarnen unos valores apreciados por nuestra nación y que sirvan para recordarnos que somos herederos de una historia maravillosa forjada por hombres extraordinarios. Si algo así, algo que encarna un ideal que nos superará a todos nosotros es o no sublime, no me corresponde a mi decirlo, pero si que considero que dentro de las bellas artes, la escultura monumental es superior al resto de disciplinas. Es la única que no pertenece exclusivamente a quienes pueden pagarla y es la que se atiene (o así debería ser) a las características del pueblo del que nace, ya que es para ese pueblo para quien se realiza. En ocasiones se sacrifica el significado, ya que en estos tiempos no existe una línea cohesionadora, pero el espíritu y las formas heredadas permanecen de algún modo.


El arte de la escultura se hunde en la noche de los tiempos. Ya los hombres primitivos tenían una imperiosa necesidad de representar sobre la materia su visión de las cosas. Hoy, en un lapso de tiempo tan breve, nuestra tecnología parece querer cargarse a la piedra y el papel. ¿Cree en la pervivencia de la escultura y la escritura tal y como las hemos conocido, o por el contrario, en un reemplazamiento “digital”?

 Me encantaría decir que si, que nunca podrán matar milenios de interpretación de la naturaleza y de aspiración a honrar las capacidades que se nos han otorgado. Los expertos, galeristas, críticos, curadores, y todo un sinfín de personajes que pululan alrededor del arte intentan hacernos creer que cualquier forma de creación es válida. Que lo importante es el artista, el creador, su visión de las cosas y lo que quiere transmitir. No les importa haber ahorrado en procesos técnicos, y no se dan cuenta que esos procesos técnicos, con sus avances y retrocesos, sus momentos de inspiración y frutración, forman parte también de la obra y se ven reflejados en ella. Creen que desde las ideas pueden explicar el proceso creativo y se equivocan. Sólo pueden justificar la parte individualista del artista pero no pueden justificar la obra. Necesitan de una serie de artificios y distracciones para dar contenido y valor a lo que intentan imponer. Me aferro a la esperanza de que existen ciclos universales y que tarde o temprano, el ser humano necesita encontrarse con los orígenes, y que buscando respuestas vuelve tras los pasos de sus ancestros. Sé que así debe ser, sólo que en ese tránsito vamos a perdernos grandes talentos y obras universales que jamás verán la luz porque las circunstancias no han sido favorables para desarrollarse.


El artista es visto y adivinado en buena medida a través de sus creaciones. ¿Podemos pensar entonces que Ud. en cada personaje histórico o religioso que ha representado, les ha dejado algo de sí mismo, aunque no haya sido intencionadamente? ¿Cuál ha sido el que más le ha hecho ilusión realizar, o le ha marcado más?

 Por supuesto. Y no sólo he podido dejar una huella en ellos, sino que valoro más la que han dejado ellos en mi. Cada uno de esos personajes han entrado en mi y me han enriquecido. Al fin y al cabo, la escultura no transmite color, ni paisaje, ni profundidad; la escultura transmite valores, y para realizarla necesito empaparme de ellos, identificar al personaje con algo concreto de su carácter: tenacidad, valentía, arrojo, orgullo, fortaleza de espíritu, etc. Cada monumento tiene su propia historia detrás y debe captar toda ella en el preciso momento que se muestra. Para ello necesito documentarme, no se hacerlo de otra manera porque a medida que avanzo en la realización de la escultura, me va pidiendo detalles que desconozco o secretos que necesito desentrañar. Muchas noches me he sorprendido hablando con mis personajes mientras trabajaba en ellos, el diálogo se hace necesario cuando durante los meses que dura el modelado, todo en el taller se transforma y se traslada a otras épocas y lugares. Un ejemplo que sirve para explicar ese proceso fue el monumento a Blas de Lezo, que además creo que fue definitorio en mi carrera. La responsabilidad de instalar un monumento en Madrid, la capital de España, y mi ciudad natal, era tan grande que asimilé el personaje en lo más profundo de mi ser. Le agradecía lo fácil que fue meterme en su piel por lo singular de su experiencia de vida y le pedía también iluminación cuando me asaltaban dudas. La complicidad que conseguí con él fue transformadora porque me facilitó el camino con personajes que vendrían después. Hasta ese momento había usado medios materiales para acercarme a mis personajes pero el aprendizaje de conectar espiritualmente con el personaje me lo proporcionó Blas de Lezo


Si deseáramos ubicar en cada rincón de España una escultura que simbolizase los grandes de la historia de ese lugar, sin duda alguna tropezaríamos en cada esquina con una… ¿Qué personaje o hechos de nuestra historia nacional cree que están poco o nada mostrados, y a qué se puede deber?

 Todos, de un modo u otro, hemos vivido episodios singulares y nos hemos podido convertir en héroes, así que en base a eso, nos faltarían muchísimos. Cosa distinta es que esas hazañas sean motivo de inspiración para los artistas o para las generaciones futuras. Echo en falta muchos personajes, sobre todo, por lo que han aportado al desarrollo de nuestra historia. Me faltan por ejemplo, don Juan de Austria o Nuñez de Balboa, pero más grave es la ausencia de reconocimientos a quienes dieron su vida por España y fueron ocultados por diversos intereses. Me vienen a la cabeza los marinos de Trafalgar. Tenemos a Churruca, que murió heroicamente luchando contra cuatro navíos, y que sólo en su pueblo natal tiene el reconocimiento de una estatua. Existe una corriente poderosa que no entiendo muy bien y que tiende a ocultar las derrotas en lugar de poner en valor lo positivo que hubo en ellas. El ser humano, en circunstancias adversas y situaciones límite, saca lo peor y lo mejor, y cuando esas vidas has sido ejemplares y han adquirido la eternidad luchando con nobleza y por un ideal superior, no hay derrota que pueda superar a tanta gloria. Por otra parte también percibo que durante muchos años, no ha habido interés en mostrar la grandeza de los hechos que conformaron nuestra nación, como si a través de los planes educativos se hayan ocultado los motivos de orgullo para hacer de nosotros ciudadanos dóciles y manipulables por no saber la excelencia de nuestra procedencia

 

Hemos visto en su página (salvadoramaya.com) que uno de los encargos más frecuentes son los bustos del Jefe del Estado, primero con Juan Carlos I y luego con su hijo y actual rey de España, Felipe VI. ¿Es la monarquía un factor intrínseco de la identidad española?

 A día de hoy no lo tengo muy claro, pero hasta el siglo XX ha formado parte de nuestra identidad. En la actualidad la monarquía ha quedado relegada a ser un símbolo del Estado pero en cierta manera continúa actuando como elemento aglutinador. Y me alegra que por lo menos exista un jefe del Estado y una máxima autoridad militar que tenga una notable preparación profesional para contrarrestar la mediocridad que se ha instalado en las instituciones. Los retratos de la clase dirigente forman parte de la Historia del Arte, y también gracias a esos retratos, hoy podemos acercarnos a la figura de Pericles o Alejandro Magno. Ya sea por su importancia en la historia o porque ha querido inmortalizarse, el busto es un clásico en la disciplina escultórica. Y muy difícil, por cierto. El retratado debe reconocerse y a la vez encontrarse agraciado, y eso no siempre entra dentro de la realidad. Con respecto a Juan Carlos I y Felipe VI, puedo decir que guardo buenos recuerdos de ambos. El busto de Juan Carlos I fue un encargo que inicialmente se hizo a mi padre, pero que finalmente realicé yo. Fue mi primera obra pública y tuve la suerte que fue inaugurada por el propio rey. A Felipe VI ya le conocía con anterioridad pero cuando Casa Real decidió que la imagen con la que la historia reconocería al actual rey era con barba, hubo que actualizar todos los retratos. Los ayuntamientos y administraciones públicas suelen usar cuadros o láminas para colgar, pero las instituciones militares gustan de contar con el retrato tridimensional. Quizá es una forma más tangible de tener presente al jefe del ejército


Y hablando de historia reciente, es evidente que la llamada “Ley de memoria histórica” se está convirtiendo en una persecución iconoclasta de monumentos por toda la geografía. ¿Hasta que punto se pueden o deben retirar, reformar, “resignificar”, demoler o conservar monumentos históricos que tal vez fueron concebidos muy de acuerdo con un régimen concreto, y con el cual se desea cortar toda relación simbólica? ¿Es siempre lícita la “damnatio memoriae”? Pensamos, por ejemplo, en el Valle de los Caídos.

 En mi familia nos ha afectado particularmente. Han retirado muchísimas obras de mi padre dedicadas a José Antonio, incluso antes de la Ley. La última canallada ha sido retirar el monumento al alférez provisional que mi padre tenía en Ciudad Real, al que desde hacía ya muchos años le habían retirado cualquier simbología que contraviniera la nueva ley. Respeto al Valle de los Caídos, no tengo palabras. Se cómo se están desmoronando poco a poco los Evangelistas, y como usaran el estado de ruina (subsanable con algo de mantenimiento) para justificar su desmantelamiento. Creo que Ávalos intuía lo que pasaría, llevaba muchos años en el punto de mira y a nivel profesional llegó a perjudicarle. No podemos obviar que en temas artísticos y culturales, hay un sector ideológico que trata muy bien a los suyos y que envía al ostracismo a quienes se posicionan enfrente o a incluso a los que ignoran la faceta política. En los últimos días he llegado a escuchar que existe un informe donde dice que el Valle de los Caídos no tiene valor artístico ninguno. En este país se pueden decir ese tipo de calificativos y no existen consecuencias. No existen para ellos, claro, pero para millones de españoles capaces de reconocer la inmensidad de un obra universal, la grandeza con la que fue concebida, el esfuerzo conjunto que hizo que la nación levantara uno de los monumentos más visitados del país, lo que pretenden hacer es un insulto. Conozco al hijo de Ávalos y se de la lucha que lleva desde hace muchos años para mantener el legado de su padre. Ya no es sólo el conjunto artístico que hay en el Valle, son las cientos de esculturas, moldes y reproducciones que quedan que Juan de Ávalos y que ninguna institución quiere responsabilizarse de ellas. No albergo muchas esperanzas en que el legado artístico afectado por el odio de la izquierda pueda salvarse, pero estoy seguro que la historia no perdonará la desaparición de la obra de parte de una generación artística


El arte moderno figurativo no suele gozar del mismo estatus que el abstracto o que algunas tendencias digamos “peculiares” (como las obras obesas de Botero o los perros globo de Jeff Koons). ¿Es un arte condenado a sobrevivir solo en salas polvorientas de los museos, o sencillamente permanecerá pese a todo?

 No hay sitio en los museos para el arte figurativo actual. En los museos de arte contemporáneo, lo más figurativo que podemos encontrar son los ejemplos que planteas en las preguntas. La desaparición del arte clásico es un hecho, y no porque los artistas no quieran experimentarlo, sino porque los mercados no tienen paciencia para esperar una obra cuyo proceso de creación tarda meses y porque los inversores ya no buscan belleza, sino piezas que los críticos de arte se aseguran de que se revaloricen. Las pocas obras del Arte Universal que quedan en el mercado, como el Salvator Mundi de Leonardo da Vinci, pasan de manos privadas a manos privadas, no hay museo ni institución pública que se haga con ellas. Los museos tienen que hacerse eco de las corrientes actuales y actúan en consecuencia. Forman parte de la sociedad y como tal, son un fiel reflejo. Si la decadencia asola al mundo del arte, los museos lo muestran.

 

Para terminar, ¿cree que en España hay o puede haber una generación interesante de artistas que pueda proyectar trabajos que muestren una “marca España” digna de nuestra historia? También que nos comentase, si es posible, algunos de sus próximos proyectos.

No quiero despedirme dejando la sensación de que no hay esperanza de recuperación de un arte realizado desde la honestidad y desde unos principios fundamentales. El anhelo de perdurar siempre se impondrá al artista. El falso artista será el que caiga en el camino fácil y en las corrientes impuestas por la degeneración espiritual, pero siempre habrá un destello de luz que reaccione con fuerza y se rebele. Personalmente no tengo mucho trato con los círculos artísticos pero en las fundiciones y talleres aún me sorprendo encontrando obras de calidad, o por lo menos, excelentes intentos. En lo que coincidimos los colegas más afines es en lo difícil que nos lo ponen y en lo necesario de que vuelva la formación artística, y si no puede ser en la escuelas, que vuelva en los talleres de escultura, como cuando rebosaban vida con el ir y venir de los aprendices, el esforzado martilleo de los ayudantes, y el intercambio de impresiones entre artista y mecenas. Dudo que en España podamos disfrutar de un renacer semejante mientras sigamos las corrientes globalistas, pero no dejemos que permanecer alertas ante los atisbos de talento. Respecto a mis próximos proyectos, pues no sabría decir. Vivimos tiempos inciertos y lamentablemente mi trabajo va vinculado a cierta estabilidad política y económica. La inseguridad ahuyenta al dinero y sin él, difícilmente podemos hacer algo. Hay intención de seguir rescatando pasajes heroicos y epopeyas de la historia de España, pero ahora mismo toca esperar. Lo que si es seguro es que este 13 de enero, por inauguraremos el monumento a los Héroes de Bales, que después de la falsaria película que se filmó hace poco, se hacía necesario contrarrestar. No quiero despedirme sin agradecerles las preguntas y la atención a sus lectores